Mario Chiattone y Virgilio Marchi _ Exponentes del segundo futurismo




MARIO CHIATTONE, Costruzioni per una metrópoli moderna, 1914 / MARIO CHIATTONE, Edificio a due Torri, 1914 / MARIO CHIATTONE, Ponte e studio di volumi, 1914 / MARIO CHIATTONE, Proyecto de ‘Catedral del futuro’, 1914 / VIRGILIO MARCHI, Città, 1919. Tinta y acuarela sobre papel; 75,5x50 cm. Collezione privata, courtesy Galleria Fonte d’Abisso, Milano / VIRGILIO MARCHI, Edificio visto da un aeroplano virante, 1919. Témpera sobre lienzo; 130x145 cm. Lugano, collezione privata / VIRGILIO MARCHI, La búsqueda de los volúmenes en un edificio aislado, ca. 1919. Lápiz y acuarela sobre papel, (38,7 x 57,2 cm) Colección Lita Annenberg Hazen.

A través de los postulados expuestos en el ‘Manifiesto Técnico de la Arquitectura Futurista’ en 1914 y de las ilustraciones para la construcción de una 'Città Nuova’ donde se visualizan las complejas estructuras urbanas, atravesadas por distintas vías de circulación superpuestas de peatones, tranvías y automóviles en constante ‘movimiento’ conjuntamente a las prefiguraciones formales de algunas de las soluciones espaciales para los distintos programas, Antonio Sant’Elia se posicionó en la cúspide de la imaginería del futurismo italiano. Mario Chiattone y Virgilio Marchi, exponentes del segundo Futurismo, trabajaron posteriormente en proyectos inspirados en una nueva forma de expresar el movimiento y la monumentalidad entre los años 1914/21, a partir de la búsqueda de una arquitectura más estructural por un lado y más ‘escultural’ por el otro. Las imágenes resultantes del movimiento futurista fueron sugerentes ilustraciones visionarias difíciles de traducir en estructuras reales, es por ello que en su mayor parte, los proyectos de este movimiento, tanto los de Antonio Sant’Elia, fallecido heroicamente en la guerra como los del segundo grupo futurista, permanecieron únicamente sobre el ‘papel’ por distintas causas, hasta el advenimiento y posterior adhesión al régimen fascista de Mussolini en 1922, cuando los ideales futuristas de ambos, tomaron curiosamente otro enfoque arquitectónico. Afortunadamente, pese al corto y efervescente período transitado, la producción de estos jóvenes italianos futuristas que plasmaron verdaderos ‘sueños arquitectónicos’ contribuyeron a ampliar aún más el acervo imaginario del quehacer arquitectónico contemporáneo.

Inspirado en un renacimiento de la construcción, hacia la producción de un estilo basado en nuevos métodos y adaptado a las necesidades modernas, Mario Chiattone (1891/1957) continuó quizás con demasiado respeto las ideas iconoclastas de Sant'Elia con quien integró inicialmente el grupo ‘Nouve Tendenze’ a partir de 1912 junto a Ugo Nebbia. Participó en la exposición con los proyectos ilustrados de tres obras, de las cuales solo una estaba dedicada al tema de la ciudad futurista y ha ido desarrollando gradualmente en su obra un mayor sentido de la realidad y síntesis constructiva. Puede afirmarse, incluso que sus dibujos fantásticos y futuristas se asemejan a los de Antonio Sant’Elia en el tratamiento y modelado de los volúmenes, pero carecen del dinamismo manifestado por su precursor. Arquitecto y pintor, nacido en Ticino, uno de los cantones del sur de Suiza, pero de espíritu italiano, estudia en Milán en la ‘Accademia di Brera’ y en la ‘Scuola d'Arte Applicata e del Libro’ frecuentando el ambiente artístico más relevante del futurismo con figuras como Carrà, Boccioni, Sant'Elia, Romani, Bonzagni e Dundreville, ciudad donde se estableció hasta 1915. Después de su coqueteo inicial con el movimiento futurista, Mario Chiattone, se traslada a partir de 1919, a la ciudad de Lugano, Suiza desarrollando una intensa actividad profesional incursionando un diseño más estructural, caracterizado esencialmente por una simplificación excesiva, ordenada y retomando un lenguaje clásico y alejándose cada vez más de la estética ‘fantástica’ futurista. Demostrando su ingenio práctico y adaptable, obtiene el primer premio en un concurso para la conservación de la belleza natural y artística en Ticino.

La obra de Virgilio Marchi (1895/1960) se desarrolla después de la Primera Guerra Mundial luego del fallecimiento de los principales promotores del movimiento futurista, cuando se experimentaban experiencias en distintas direcciones. Formó parte del grupo de artistas futuristas romanos afiliados con la revisión de Enrico Prampolini. Si bien sus diseños adherían a los principios de la arquitectura futurista escritos por Antonio Sant'Elia en 1914, Virgilio Marchi expone sus ideas en dos libros, ‘Architettura futurista’ (1919) e ‘Italia, nuova architettura’ (1931), proclamando algo distinto. Escenógrafo y arquitecto italiano, inicia su actividad creativa proyectando espacios escénicos y de exposiciones, pero su principal desarrollo se vislumbra como escenógrafo cinematográfico, trabajando con Trenker, Blasetti y después de la guerra filmando con Rossellini, Vittorio De Sica, etc. Autor de numerosos ensayos teóricos, como así también de los primeros artículos de arte futurista para el teatro, el cine y la literatura, propone en el campo de la arquitectura una concepción espacial expresada como una ‘escultura viviente’ en oposición a la ‘máquina de vivir’ de los racionalistas, produciendo un nuevo enfoque dentro del movimiento para representar las ideas sobre el dinamismo en arquitectura. En su ‘Movimiento en espiral hacia arriba’, realizado entre 1919/20, ejemplifica el diseño futurista para una ciudad contemporánea ideal nunca construida. Las curvas amplias y fuertes, conjuntamente con las barras lineales son una reminiscencia de las pinturas de Giacomo Balla, no obstante, es el único profesional que construye con un diseño futurista al recibir en 1921, el encargo para reformar la Casa d'Arte Bragaglia con el Teatro degli Independenti.