Los Cuatro Elementos de la Arquitectura _ Gottfried Semper



Edición´92 corregida y ampliada, traducción Arq.Ignacio Azpiazu

Esta hermosa colección es la obra del reconocido inventor del sistema comparativo de zoología, el Sr. Cuvier, quien demostró que estas criaturas antediluvianas y postdiluvianas fueron y son sólo diferentes desarrollos de principios comunes a todas. La Naturaleza en su inmensa riqueza es sin embargo muy austera y simple en sus ideas fundamentales. Por ejemplo, el mismo esqueleto estructural se presenta en toda la parte animal de la creación que tiene huesos, pero es más y menos desarollado y mil veces modificado según los rangos y progresos graduales de las especies en particular y sus condiciones de vida. Algunos animales inferiores tienen una spina dorselia elemental sin extremidades, otras no son más que una cabeza, como el pez llamado orthagoriscus mola, otras no son más que cola, como el myxene glutinosa. El canguro tiene patas delanteras cortas pero patas traseras muy largas y desarrolladas, con la foca es a la inversa, sus patas traseras no son sino indicación de patas, son la transición a aletas. Con las aves vemos los miembros anteriores transformados en alas y algunos de ellos carecen por completo de alas, como el avestruz australiano. Pero incluso éste retuvo algunas sutiles trazas de sus articulaciones no desarrolladas, como símbolos. Todos se relacionan por un único principio fundamental común.Cuando observé esta variedad de la naturaleza en su simplicidad, muy a menudo pensé que puede ser posible reducir las creaciones del hombre, y especialmente las obras de arquitectura, a ciertas formas normativas y elementales, que, en un método comparativo de observación, análogo al de Cuvier para la historia natural, nos permitirá descubrir las formas elementales y los principios, a partir de los cuales la totalidad de las millones de formas en el arte sean sólo tal cantidad de modificaciones.Puede ser de consecuencia el buscar estas formas fundamentales de la arquitectura, y seguirlas desde la expresión más simple a la más alta e incluso hasta su estado de deformación.[Gottfried Semper, borrador para su conferencia en Marlborough House, noviembre de 1853, citado en la Introducción de ‘The Four Elements of Architecture and Other Writings’, Cambridge University Press, 1989, pág. 31]
La gran innovación que había hecho Cuvier era la de desplazar el énfasis de la descripción según los miembros identificables de un organismo, y la clasificación por descripción, a la clasificación según la función realizada: de modo que la apariencia similar deja de ser el principal criterio de clasificación para pasar a serlo el rol del miembro dentro del organismo. Las viejas taxonomías, basadas en la similitud, son rotas por el nuevo principio de Cuvier. La función (y su organización jerárquica del organismo desde dentro) es el principio dominante de clasificación. Esta disposición jerárquica de las funciones ‘respiración’, ‘digestión’, ‘circulación’, y ‘locomoción’, comunes a la mayoría de los animales (más tarde añadió la del sistema nervioso, al que finalmente terminaría atribuyendo el rol determinante) estaba jerárquicamente atenuada en una escala descendente desde el hombre a la ameba, que no tiene órganos nerviosos, circulatorios y locomotores, sino sólo funciones de ingestión.[Joseph Rykwert, ‘Gottfried Semper and the Problem of Style’, Architectural Design 51, 6/7 1981]
Con todo esto en mente dio una nueva interpretación a los orígenes y la evolución de la arquitectura. En forma característica comienza con una choza centroamericana primitiva, que había visto en la Gran Exhibición. Esta choza, señala, tiene ‘todos los elementos de la arquitectura clásica en una forma de lo más original y diferenciada… el hogar como centro, una plataforma hecha en tierra y retenida por pilotes de madera, un techo sobre columnas, y esteras en todos los lados como pared o cerramiento.’ (…)[L. D. Ettlinger, ‘On Science, Industry and Art’, Architectural Review July 1964]
El uso del fuego, sostenía, distingue al hombre del animal. De ahí que el hogar, al dar calor y permitir la cocción de alimentos, se transforma en el primer signo de habitación humana y es el centro social primero, ‘el elemento moral de la arquitectura’ en torno al cual comenzó la civilización. Alrededor del hogar se agrupan tres elementos que protegen al fuego de la naturaleza hostil: el techo, el cerramiento o muro, y la plataforma o subestructura sobre la cual el hogar se eleva sobre el terreno. La evolución de la arquitectura aparece como la combinación siempre variante de estos cuatro elementos y la creciente habilidad artística dedicada a mejorar su apariencia. Sin embargo, este desarrollo no es simplemente una cuestión de un creciente sentido de la belleza. El uso y la combinación de los cuatro elementos derivan por un lado de las condiciones naturales, como geografía, clima materiales accesibles, etc., y por el otro de factores sociológicos debidos a diferencias de raza, nacionalidad, religión y constitución. Hogar, cerramiento, techo y plataforma (Terrasse) son según Semper los cuatro elementos básicos presente en toda arquitectura, y dedicó la mayor parte de un pequeño libro a la elaboración de esta teoría: Die vier Elemente der Baukunst (1851). Al proponer esta novedosa teoría evolutiva una vez más se vuelve marcadamente contra las tradicionales teorías estéticas y estructurales de la arquitectura, escribiendo: ‘En tiempos antiguos y modernos las formas de la arquitectura han sido representadas como condicionadas por y originadas en los materiales; la construcción ha sido considerada la esencia de la arquitectura.’ En su lugar propone ahora que sólo la selección y tratamiento de los materiales está determinado por las leyes de la naturaleza, mientras que las formas y la expresión en arquitectura dependen de ideas inherentes a cada edificio y diferentes entre una clase de edificio y otra.[L. D. Ettlinger, op. cit.]
Estos cuatro elementos fundamentales corresponden a cuatro modos de operar (no, como se dice a menudo, a cuatro materiales): el moldeado para el hogar, que da lugar a la cerámica; el tejido para los cerramientos, que da lugar a los textiles; la carpintería y ebanistería para la cubierta; a las que añade la estereotomía, o albañilería, que reemplaza a la carpintería en las subestructuras y más tarde incluso en los muros; pero la estereotomía significa también una acción fundamental, la de apilar, que no puede ser reducida a ninguna de las anteriores.[Joseph Rykwert, op. cit.]
El uso de ramas entretejidas para delimitar el terreno propio, el uso de esteras y tejidos como alfombras o como protección contra el frío y el calor y también para dividir espacios dentro de una vivienda en la mayoría de los casos precedieron en mucho al muro de mampostería, y particularmente en áreas favorecidas por el clima. El muro de mampostería fue una intrusión de la albañilería, que había evolucionado según condiciones estilísticas muy diferentes a partir de la contrucción de plataformas, en el terreno de los tejidos.
El entretejido, el divisor espacial original, retuvo toda la importancia de su significado anterior, en forma real o ideal, cuando más tarde las ligeras pantallas de estera fueron transformadas en muros de adobes, ladrillo o piedra. La estera tejida es la esencia del muro.
Tapices colgantes siguieron conformando las verdaderas paredes, los límites visibles del espacio. A menudo muros sólidos por detrás de ellos se hicieron necesarios por razones que no tenían relación con la creación del espacio (del recinto); eran necesarios por seguridad, para soportar una carga, por su permanencia, etc. Cuando la necesidad de estas funciones secundarias no surgió, los tejidos siguieron siendo el medio para separar el espacio. Aun cuando los muros sólidos fueron necesarios, éstos constituían sólo la estructura interna, invisible, escondida detrás de los representantes verdaderos y legítimos de la pared, los tejidos coloreados.
El muro retuvo este significado cuando materiales distintos de los originales se usaron por razones de mayor durabilidad, mejor preservación del núcleo interno del muro, economía, despliegue de una mayor magnificencia, o cualquier otra razón. El genio inventivo del hombre produjo muchos sustitutos para ellos, y todas las ramas de las artes técnicas fueron llamadas a cumplir estos roles en forma exitosa.
El sustituto más ampliamente usado y quizás el más antiguo lo ofreció la albañilería: el estucado o en otros países el revoque bituminoso. Los carpinteros hicieron paneles con los que revestir las paredes, especialmente las partes bajas. Los artesanos que trabajaban el fuego provieron la terracota vitrificada y las planchas metálicas. Quizás como último sustituto puedan indicarse los paneles de piedra arenisca, granito, alabastro, y mármol que encontramos ampliamente usados en Asiria, Persia, Egipto, e incluso en Grecia.[Gottfried Semper, ‘Los Cuatro Elementos de la Arquitectura’; en ‘The Four Elements of Architecture and Other Writings’, Cambridge University Press, 1989, pág. 104]
A primera vista el terraplén o la plataforma pueden parecer secundarias y necesarias sólo en las llanuras, en las que ya se habían erigido edificios masivos; sin embargo el terraplén se unió desde un principio al hogar y pronto se lo necesitó para levantarlo por sobre el terreno. Asociado a la construcción de un hoyo, puede también haber servido para sostener los primeros techos. Yendo más lejos, es probable que el hombre, no como individuo pero sí seguramente como sociedad, haya surgido de las llanuras como la última creación de barro, para decirlo de algún modo. Las leyendas de tiempos inmemoriales de todas las naciones, que a menudo encubren una idea de filosofía natural, coinciden en este punto.[Gottfried Semper, ‘Los Cuatro Elementos de la Arquitectura’; en ‘The Four Elements of Architecture and Other Writings’, Cambridge University Press, 1989, pág. 102]